jueves, 26 de noviembre de 2009

La vecina olvidada se llama Pobreza

Son 40.000 las personas que viven en Navarra por debajo del umbral de pobreza. Numerosas entidades nacen con la vocación de ayudarlas, y con la esperanza de poder desaparecer por falta de necesidad.

Ese borracho que lleva tantos años en aquella plaza, la mujer que acude a la parroquia a buscar un abrigo calentito para su hijo, el mendigo que te pide dinero en la puerta de la Iglesia, la familia que necesita ayuda para alimentar a sus hijos… La pobreza en Navarra tiene rostro y tiene nombre. ¿Cuántas veces se para uno a pensar en ello? ¿Cuántas veces les habrán visto y habrán pasado de largo? ¿Cuántas veces les habrán girado la cara? Por suerte, hay entidades que se han creado pensando en ello. Que les han visto y han decidido pararse y tenderles la mano. Y que han dejado a un lado la comodidad para mirarles directamente a los ojos y preguntarles qué necesitan.





La pobreza no es número, ni tampoco un porcentaje en una estadística, pero si lo fuera… ¿cuál sería en Navarra? 40.000, sí. Según la Encuesta sobre Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística son 40.000 las personas que viven en Navarra por debajo del umbral de pobreza. En los países desarrollados, una persona está por debajo del umbral de pobreza en el caso de que sus ingresos sean menores que la mitad del ingreso medio de ese país, que en España es de 1.500 euros aproximadamente. Estas 40.000 personas viven con menos de 750 euros mensuales, ¿cómo puede alguien alquilar un piso, alimentar a su familia y comprar ropa para sus hijos con ese dinero? Y es que no ha que irse muy lejos para ver personas con problemas económicos de verdad. La pobreza no está sólo en los países en desarrollo, dónde la gente se muere de hambre. La mujer que está en paro y no puede alimentar a sus hijos es pobreza; el anciano que no puede costearse la calefacción y malvive a cero grados es pobreza; el inmigrante que ha perdido su empleo por la crisis y no puede pagar el alquiler es pobreza…

En ocasiones la pobreza parece estar oculta, pero las cifras no mienten. Quizá alguien haya leído que 40.000 personas cobran menos de 750 euros y no haya sentido que eso pueda considerarse pobreza, pues bien: de esas 40.000, 16.000 están en situación de pobreza extrema, es decir, que con sus ingresos son incapaces de cumplir varias de las necesidades que se consideran básicas: alimentación, vivienda, vestido y cuidado de la salud. Pero aún hay más, en esta Comunidad Autónoma, hay 200 personas sin techo.

Los números son insuficientes para reflejar el drama de estas personas. Sin embargo, hay quién se ha dado cuenta de que su ayuda hace que salgan adelante o, al menos, mejore mínimamente su calidad de vida. Esas personas piensan que esforzarse por los demás compensa.


La jubilación, oportunidad para ayudar

“Esto me gusta. Llevo aquí desde que me jubilé, y de eso ya hace 13 años”, dice Mariano Ybarra, voluntario en el Banco de Alimentos de Navarra. Este Banco fue cofundado por un compañero de la empresa en la que trabajaba, así que cuando éste le habló de ello, no dudó en echar una mano, ya que como él mismo dice: “hace falta toda la ayuda que se pueda conseguir”. El Banco de Alimentos está situado en el Mercairuña, en el Polígono Agustinos. Parece estar escondido de los curiosos, ya que para llegar a él hay que tener muy claro que quieres encontrarlo, uno no cae allí por casualidad, todo el que allí va, va a ayudar. Se trata de un almacén en el que los alimentos están colocados en palés europeos y situados unos encima de otros. Hay cuatro zonas bien diferenciadas: en una se almacenan alimentos con una fecha de caducidad muy tardía, en otra zona están los yogures y postres, en otra los congelados y, por último, está la zona en la que se combinan los diferentes alimentos para organizar las cajas que serán enviadas a aquellas entidades –colegios, parroquias, asociaciones…- que hayan solicitado una ayuda alimentaria. “Aquí no vienen personas que necesitan comida, nosotros la mandamos a las entidades y ellos la reparten”, explica Mariano.

Hay una pequeña oficina desde donde la burocracia recibe la atención que merece. Allí también se anotan las peticiones. Cada entidad solicita el tipo de alimentos que necesita y en el almacén, los voluntarios los empaquetan, los meten en el camión y los reparten. Son muchas las tareas a realizar, y algunas verdaderamente duras –como cargar cajas-, pero los voluntarios no se desaniman pese a su avanzada edad. “Casi todos somos jubilados, aunque también hay algunas amas de casa”, cuenta Mariano. A día de hoy, son 90 las personas que voluntariamente acuden cada mañana a dar un poquito de su tiempo a los demás. No existe un perfil definido del voluntario, desde el que fue obrero de la construcción hasta el que es director de una gran empresa se unen para trabajar codo con codo para que a nadie le falte alimento. Pese a todo, Mariano afirma que “únicamente se trata de una pequeña ayuda”.

El Banco de Alimentos siempre cierra el año con un número mucho mayor de gastos que de ingresos, el año pasado cerraron con -1.427 euros. Con estos números, y faltos de alimentos en muchas ocasiones, “el Banco ha tenido que plantearse en más de una ocasión la posibilidad de cerrar”, explica Mariano Ybarra. Pese a todo, son las subvenciones y las donaciones las que hacen posible que, pese al déficit, esta entidad siga funcionando. Y es que uno puede colaborar de diversos modos: “están las personas que ofrecen parte de su tiempo, las que ofrecen su dinero, y también las hay que donan al Banco ambas cosas -explica Mariano, a la vez que aclara con una sonrisa-. Yo soy de los primeros”. Tras recordar los problemas económicos por los que ha pasado el Banco, Mariano se da cuenta de que la luz está encendida innecesariamente, así que se apura a apagarla, pero en cuanto le da al interruptor un anciano le grita desde lejos: “Mariano, que si no tengo más luz no soy capaz de ver la fecha de caducidad de estos guisantes”. Así que no queda más remedio que encender la luz para poder seguir trabajando.


La parroquia, ropa y alimentación


La parroquia del Corpus Christi es un bloque gris de hormigón, su pared es lisa y una cruz metálica la corona. La entrada principal abarca casi completamente la fachada, y está custodiada por un sinfín de barrotes que parecen prohibir la entrada e impedir la salida. En un día cubierto de nubes, la luz apagada y los charcos grisáceos hacen que este lugar parezca una fría y triste prisión; nada más alejado de la realidad.




Al entrar la agradable temperatura desentumece las manos y los pies agarrotados por el frío. No importa la hora del día, allí siempre hay alguien dispuesto ayudarte o personas que simplemente están y acompañan. Los carteles no permiten la duda acerca de su intención de ayudar a todo aquel que lo necesite.






Como parroquia que es, su filosofía es estar atento, en principio, a las necesidades de sus feligreses. Elvira Cavia, coordinadora de la acción social de esta parroquia, lleva ya muchos años dedicándose a ayudar a todo aquel que lo solicita y afirma que “quizá por la zona, o por pura fortuna, ninguno de los feligreses de la parroquia del Corpus Christi ha solicitado ayuda nunca; por lo que nos dedicamos a la inmigración”. Allí se atiende a dos necesidades básicamente: vestido y alimentación.

La recogida de ropa es los martes. Personas de todo tipo acuden a dejar las prendas que no van a volver a utilizar. Las estanterías de aquel sótano están a rebosar de ropa de buena calidad y que suele ser sport, ya que “los inmigrantes, como suelen trabajar en la construcción, la prefieren- informa Elvira a una señora que iba a dejar varios trajes-. Ya no visten ropa clásica, y si la ponemos se queda ahí meses”. Ocho señoras mayores, muy diferentes entre ellas, tanto en su temperamento –unas son dulces y calmadas, otras bastante cascarrabias-, como en su modo de vestir, recogen y clasifican la ropa que les llega, para poder venderla a las personas necesitadas a un precio simbólico (50 céntimos la camisetas; un euro un pantalón; los abrigos muy buenos pueden llegar a los 4 euros…). “Al principio, la ropa se regalaba, pero la gente la cogía sin probársela y casi sin mirarla, y acaba tirada por las calles de barrio”, explica Elvira. Ahora, eso ya no sucede; y el dinero recaudado se guarda en una cuenta de Cáritas y se utiliza para ayudar a otras personas; el año pasado este dinero fue a parar a una leprosería y a un orfanato. Esta “tienda” abre los primeros y terceros lunes del mes, y acuden a ella una veintena de inmigrantes cada día. El pequeño reto de esta semana es conseguir ropa de bebé, pues una de las mujeres que allí compran está a punto de dar a luz.





En cuanto a la ayuda alimentaria, son 16 las familias que están dadas de alta para poder recibir comida a través de esta parroquia. La ayuda que necesitan es constante, ya que la situación laboral de los padres es completamente inestable: “o él está en paro, o lo está ella, además, suelen tener bastantes niños y no les llega el dinero para alimentarlos, ni siquiera es suficiente con lo que les podemos proporcionar”, dice Elvira. Habitualmente estas familias comparten piso, llegando a dormir tres o cuatro personas en la misma habitación. Para ayudarlos han de pertenecer a esa parroquia; aunque no tienen que pertenecer a la religión católica: “Jamás les hacemos preguntas de religión, eso no importa”, afirma Cavia. Eso sí, para que puedan recibir alimentos, primero se les exige que acudan a la asistenta social de su barrio, pues ella hace un estudio de la situación familiar y calibra que ayuda y recursos son más adecuados para esa familia. Además, así se les puede realizar un seguimiento, materializado en una visita al mes, y se mejora su situación de una manera más completa. Una vez hecho esto, se les hace una identificación y una ficha. Eso sí, Elvira deja claro que no siempre son tan rígidos: “no vamos a andar escatimando ayuda, ya que desde el punto de vista de la Iglesia, queda feo dejar en la calle a alguien con necesidad”.


Los sin techo, bajo techo


“El trabajo principal de la asociación Bidexca y de este recurso, llamado “A Cubierto”, es trabajar con personas sin hogar que estén empadronadas en Pamplona”, explica Juantxu Fuertes, trabajador de esta asociación. Se trata de una casita blanca, con las ventanas rojas. Para encontrarla se ha de descender a través de una cuesta poco inclinada y cubierta de hojas caídas por la acción del otoño. El paisaje calmado y sencillo, contrasta con la vida de aquellos que allí se alojan.





No tienen dinero, ni familia, ni formación. Son personas con muchos problemas, tanto físicos como psíquicos. Además, muchos arrastran el lastre de la adicción. Lo primero que se hace es ofrecerles una cama y el desayuno, durante el tiempo que haga falta. Las personas acogidas pasan el día en la calle, y cuando llegan de noche se les da un aperitivo, y mientras que unos ven la televisión o se asean, los educadores tratan de hablar con ellos y ver cómo les ha ido el día.

Estas veladas nunca son tan tranquilas como suenan. Habitualmente hay altercados y se ha tenido que llegar a expulsar a gente, pues “son gente adulta e imponen, te pongas como te pongas”, cuenta este trabajador.


Como dice Juantxu: “Este recurso no puede ser el último, ha de ser el principio de un largo camino”. En este lugar hay todo tipo de personas, una gran parte necesitan desintoxicarse. Por eso, se planean itinerarios adecuados a cada persona, pero sólo si han manifestado su deseo de realizarlo; ya que “sólo podrán salir de sus problemas si realmente quieren hacerlo”, apunta Juantxu que trabaja con ellos desde hace dos años. “Otras personas, pese a los esfuerzos de esta asociación, serán incapaces de encontrar un trabajo estable”, afirma Fuertes. Ante esta realidad, los trabajadores y educadores intentan buscar recursos más adecuados a su perfil –residencias, pisos compartidos…-; y mientras no son capaces de buscarles otro lugar, intentan que coman, mejoren su higiene personal, aseen su habitación y tomen sus medicaciones. Además, en estos últimos meses se ha introducido un nuevo perfil de personas que buscan alojamiento, éstos son los inmigrantes residentes en Pamplona, que a causa de la crisis han perdido su empleo.



La mano incansable

Calle San Antón, número 8. La sede central de Cáritas es transparente, blanca, casi cristalina. No hay ajetreo, ni quejas. Parece mentira que desde allí se coordinen a 370 voluntarios y 55 contratados, que ayudaron en 2008 a 9373 personas sólo en Pamplona y en Tudela. Pero así es.




La acción social de Cáritas, de Pamplona y Tudela, cuenta con seis programas adecuados a las distintas necesidades de grupos de personas con claras diferencias, éstos son: acogida, mujer, vivienda, inmigración, la tienda y sin techo.

En acogida no hay restricciones de ningún tipo, toda persona que solicite ayuda será atendida. Allí se estudia cuál es la necesidad que tiene y se le informa de qué tiene que hacer y dónde ha de dirigirse. Las personas “sin techo” se derivan a centros o albergues en función de si son personas residentes en Pamplona o transeúntes, y allí se les atienden de acuerdo a sus necesidades. El programa dirigido a la mujer es para mujeres y transexuales que tienen problemas personales, socioeconómicos o de salud. Allí se les asiste, se les ofrecen actividades culturales y educativas, también se les busca una vivienda. “En los programas de formación de mujeres, les ofrecemos un sueldito, así van más motivadas”, comenta Maite Quintana, secretaria general de Cáritas. En cuanto a la búsqueda de un hogar, Cáritas informa de los recursos disponibles para encontrarlo o financiarlo, se ayuda en la adaptación… Por otra parte, el programa de inmigración acoge a todas aquellas personas que lo soliciten, les asesora jurídicamente y trata de coordinarse con las administraciones para conseguir su integración. “La tienda” está situada en Tudela y allí se recogen, para luego vender a precios económicos, ropa, enseres del hogar y muebles. Por último, las personas “sin techo” se derivan a centros o albergues en función de si son personas residentes en Pamplona o transeúntes, y allí se les atienden de acuerdo a sus necesidades.



En las entidades de ayuda social el éxito o el fracaso hay que mirarlo desde una perspectiva diferente. Maite Quintana nos explica la realidad de estas organizaciones: “La mayoría de las personas que ayudamos, por su condición de deterioro físico o psíquico, siempre van a depender de nosotros, pero el que seamos capaces de ayudar a mejorar su calidad de vida ya es un éxito”.

martes, 24 de noviembre de 2009

Retratos

SERGIO OTEGUI, alumno de 3º de Comunicación Audiovisual de la Universidad de Navarra

1. Empecemos conociéndote un poquito:
a) Di una palabra que te describan: Otto
b) Una canción que te describa: "Dreaming of you", The Coral

2. ¿Para qué vale estudiar Comunicación Audiovisual? Es donde mejor puede estar un tipo como yo.

3. ¿Qué es lo que más te gusta de tu carrera? Lo Audiovisual

4. ¿Qué película te gustaría haber hecho? Wall-e

5. ¿Dónde y cómo te ves dentro de 10 años? Me veo estando en el sitio en el que quiera estar, que no es poco.

6. ¿Qué vale más: una imagen o mil palabras? Dependiendo del momento... ¿y por qué no combinarlo?




TXEMA DÍAZ, profesor de Diseño Periodístico de la Univerdad de Navarra


1.¿Por qué eligió el Diseño?
Siempre me gustó el diseño periodístico. Recuerdo que ya en 3º de Periodismo, cuando descubrí esta asignatura me gustó mucho, se me daba bien y los profesores de la asignatura me recomendaron que me dedicara a esto. Así que aposté por este área. Y la verdad es que me encuentro muy a gusto trabajando en esta asignatura y haciendo cosas relacionadas con el diseño.


2.¿Ha diseñado alguna vez un periódico?

He colaborado con Javier Errea en rediseño de algún proyecto en Portugal. También he hecho alguna cosa un poco más institucional para colegios, etc. Más concretamente, para un colegio en Bilbao. También prácticas de verano...
3.Si pudiera rediseñar el periódico que quisiera, ¿cuál elegiría?
Un diseñador siempre se fija mucho en el diseño y en cómo hubiera hecho él cierto rediseño, como cuando "El País" y "El Mundo" cambiaron, que hubo un gran debate. Uno se fija más en los diarios nacionales, los diarios grandes; los que son grandes retos. Por eso me gustaría rediseñar alguno de estos dos periódicos, por poner dos bastante competitivos. Cómo lo haría no lo tengo tan claro. Ahora hay una corriente que dice que el periódico está para ser leído, por tanto toda esta moda actual de poner más fotografías, menos texto, más infografía... es muy discutible. Si lo que se tiene que hacer con un periódico es leerlo, hay que dar más prioridad al texto, sobre todo incidiría en el diseño tipográfico.


4.Entonces, es preferible más texto que imagen ¿no?

Sí, debería haber más texto. Sobre todo en estos momentos de caída de ventas, que lo que hace es que se vea que al final a la gente lo que le gusta es un "buen chuletón" en prensa: leer buenas historias, buenos reportajes, y eso pasa por texto, texto. Una de las cosas que más defraudan al lector es presentarle un menú muy atractivo, pero que luego al probarlo ve que no hay "chicha" y que ha pagado un dinero por algo que tampoco le ha aportado mucho. Y el mejor modo de aportar, muchas veces, es por texto; lo que no quiere decir que no tengan que estar acompañados de buenas fotografías, que ayuden. Pero pese a todo, la prensa está para ser leída, por lo que hay que dar prioridad al texto.
5.Usted que prefiere: ¿diseñar o enseñar?
Ese es un debate que tengo siempre en la cabeza. Me gustaría una combinación de ambas, tomar una decisión salomónica; no mojarme, a la gallega. A veces hay temporadas que lo que lo que me apetece es diseñar y menos enseñar, como ahora a final semestre, que uno ya tiene ganas de acabar las clases. Por otra parte, es bonito ver lo que hacen los demás y mostrar lo que tú haces. Además, lo de enseñar te obliga a estar muy pendiente de la actualidad y de lo que se va haciendo, por dónde se va avanzando... Y eso enriquece mucho.







MARTA QUINTÍN, alumna de la Universidad de Navarra y futura periodista

1.¿Por qué Periodismo?

Es una vocación que tengo desde que era un mico, fundamentalmente porque escribir ha sido siempre y es mi vida. Mi sueño es ser escritora, pero, consciente de la dificultad que entraña esta aspiración, decidí hacer esta carrera, porque es, por así decir, esa misma pasión traída a la tierra. Y la verdad que, ahora que estoy viviendo un poco más de cerca lo que implica el Periodismo, al que siempre he considerado la hermana fea y pobre de la Literatura, cada vez me gusta más.

2. Tu sueño es ser escritora. Pues bien, si fueras un libro, ¿cuál serías?

"El cuarto de atrás", de Carmen Martín Gaite. Me siento muy identificada con la autora y me veo reflejada en muchas de las experiencias y pensamientos que vierte en el libro. "El cuarto de atrás" cuenta las experiencias de infancia y juventud de la escritora y habla también de literatura y del proceso creativo, y me siento reflejada en ideas que ella tiene como escritora, en sus amores, sus amistades, incluso su forma de ser.

3. Volviendo al periodismo: Dicen que los que lo estudiamos vamos a morir de hambre, ¿te preocupa eso?

En absoluto. Lo importante en esta vida es hacer lo que te apasiona, lo que hace te hace sentir vivo. Si a mí logra provocarme esa sensación una profesión mal remunerada, ¿qué le vamos a hacer?. Ser el tío Gilito no nos conduce a ninguna parte y, en cambio, una pasión satisfecha puede llevarnos muy lejos. Además, pienso que si realmente eres bueno en tu trabajo (algo que siempre se deriva de que disfrutes con él), no tienes por qué morirte de hambre, ni en este oficio ni en ningún otro. Tal vez es que soy demasiado idealista, pero esa afirmación me parece sólo un tópico con el que se consuelan los mediocres.


3. Si te ofrecieran todos los medios y recursos necesarios, ¿qué reportaje harías?

Sobre la corrupción existente en Rusia. La situación ese país gigantesco, que parece estar desarrollado, en el que parece haber implantada una democracia, pero que se asienta sobre los pilares de la corrupción, en el que su gente vive amordazada, muchos de ellos en la pobreza, cuyos políticos son unos oligarcas y unos mafiosos, en el que el estatu quo permanece a pesar de todo, y al que nadie logra denunciar por el poder que detentan gracias a los recursos naturales de los que disponen me resulta fascinante. Además, me encanta la cultura rusa.
Por otra parte, el que sea una realidad que es tan peligroso abordar, que se cobra la vida de periodistas, hace que realizar un reportaje sobre ella me interese. Sé que es algo extremadamente complejo, así que si tuviera todos los recursos para hacerlo y acceso a todas las fuentes, ¡no dudaría en aprovecharlo!

4. Mañana mismo te compran un billete a dónde tu quieras, pero te irás para el resto de tu vida ¿dónde irías?

Buff... ¡a Buenos Aires! es una ciudad que me atrae mucho, así como el acento de los argentinos (risas).

5. Enfrentemos a tus Martas (la escritora y la "fotoperiodista"), ¿qué vale más: una imagen o mil palabras?

Creo que en toda contienda entre dos Martas siempre va a ganar una, porque es la verdadera: la escritora, así que, contra la opinión más extendida (gracias, por otra parte, a una frase que muchos pronuncian sin pensar demasiado en lo que significa) te diré que para mí valen más las mil palabras. Creo que una imagen es un fogonazo que puede estar descontextualizado y ofrecer una imagen distorsionada de la realidad. Las mil palabras siempre podrán explicarte más y hacerte comprender con mayor profundidad. Aunque, claro, depende de las palabras y de la imagen de que se trate. Puede ser una imagen muy elocuente que se baste por sí sola y, por el contrario, unas palabras insulsas o irrelevantes. Pero si partiéramos de que ambos elementos tienen la misma calidad y son igualmente significativos, te diré que siempre disfrutaré más leyendo un cuento o un reportaje que contemplando una fotografía.





martes, 17 de noviembre de 2009

Catedral en blanco y tinto

A las 4 en la basura. Fueron muy pocos los que acudieron al lugar indicado Eliminar formato de la selecciónen el momento exacto. Eso sí, el parking de derecho se llenó de aspirantes a fotoperiodistas en pocos minutos. Diez coches nos condujeron a través de grandes y pequeños pueblos, en pleno atardecer, hacia la bodega de Otazu. La llegada fue de todo menos sorpresa, pues las uvas nos marcaron el camino minutos antes de visualizar siquiera el edificio al que nos dirigíamos.

Lo siguiente que recuerdo es a Leire, ¿o era Leticia? Explicándonos lo maravillosa que era la conjunción entre vino, arte y arquitectura. El intenso olor a madera inundaba nuestro olfato y los cuchicheos de los jóvenes fotoperiodistas llenaba nuestro oído. El resto de los sentidos nos harían disfrutar más tarde.

Comenzamos nuestra labor fotográfica. La bodega se transformó en catedral ante nuestro ojos y todos queríamos poder reflejar su conversión. Todos temimos que nuestras fotografías fueses iguales, pero es que no nos dabamos cuenta de que eso no era un problema, era lo que tenía que suceder: la esencia de la bodega era esa y sólo esa, y debíamos estar contentos de haber sido capaces de captarla.

Pero queríamos ser originales, ser diferentes. Algunos jugamos con las sombras, otros se escaparon en pos de la "libertad"... No importaba qué fotografiar, sólo que fueramos los únicos en hacerlo: detalles, palabras, luces, rincones escondidos.

La cata de vino fue una experiencia inolvidable: por primera vez en mi vida saboreé, olí y sentí lo que es el vino. He de admitir que fue el vino blanco el que me conquistó con su mezcla de sabores frutales. Pese a todo, seguimos fotografiando. El vino se convirtió en el protagonista. Siempre lo había sido, pero tímido se escondía en barriles de roble, en máquinas inmensas de metal, en botellas de varios colores... ahora, se presentaba ante nosotros en todo su esplendor.

Un esplendor que no podía ser de otra manera: blanco y tinto.









miércoles, 11 de noviembre de 2009

Rincones de Pamplona

Algunos llamamos a Pamplona "la ciudad fantasma". Casi siempe está vacía. A veces nos preguntamos dónde se esconden sus habitantes y por qué lo hacen. En ocasiones culpamos al frío; otras, no nos queda más remedio que señalar al calor como culpable. Pese a todo, es una ciudad mágica.

Pamplona es como el edredón que te abraza, intenta estar contigo haga frío o calor. Ambas realidades tienen muy buena intención, el problema es que ni una ni otro consiguen mantenernos a la temperatura adecuada.

Adoro el paisaje de esta ciudad, no importa la época del año, siempre consigue que uno se sienta como si estuviese viviendo en una bonita postal. La primavera decora el verde de colores y mariposas; cursi (mucho), pero también muy cierto. El verano trae consigo un sol de justicia y pinta el cielo de azul intenso. El otoño adorna las calles con las hojas que nunca cesan su caída. Finalmente, el invierno lo cubre todo de una capa de blanco, como dando a entender, que es momento de volver a empezar a dibujar. Y otra vez llega la primavera.

Pero Pamplona es mucho más que todo esto. Sus calles nuevas y espaciosas contrastan con las intrincadas y viejas que siempre la caracterizaron, pobladas de recuerdos, cuyos adoquines mellados evocan la estampida de los toros "san fermineros".







lunes, 9 de noviembre de 2009

LYNSEY ADDARIO, photojournalist

Lynsey Addario es una fotoperiodista que ahora mismo se encuentra en Estambul, Turquía, dónde hace fotografías para el New York Times y National Geographic, entre otras publicaciones.
Lynsey nació en Westport, Connecticut; se graduó con Honores en la Universidad de Wisconsin, Madison. Comenzó a dedicarse profesionalmente a la fotografía en 1996, en ese momento carecía de experiencia en fotografía profesional y no tenía estudios relacionados con ese campo. Se dedicó de lleno a fotografía sobre conflictos y asuntos humanitarios en el 2000. En aquel momento, viajó a Afganistán, que estaba bajo el dominio talibán, con el objetivo de documentar la vida y la opresión que se estaba sufriendo en ese país. Desde aquel entonces ella ha cubierto los conflictos en Afganistán para el New York Times Magazine, en Iraq, Lebanon, Darfur, y Congo para el New York Times, New York Times Magazine, y Time. Además, también cubre historias a lo largo de Oriente Medio y África. De hecho, desde 2004 ha documentado la crisis de Darfur. Ha sido una de los dos únicos fotoperiodistas a los que el Gobierno sudanés permitió entrar en la zona y cubrir la reciente crisis, mostrando su compromiso con esta catástrofe silenciada.

Sus trabajos más recientes incluyen:Karzai en su Laberinto para The New York Times Magazine, Bhutan’s experiment with Democracy para National Geographic Magazine, y Time; Talibanistan, en la frontera Noroeste de la provincia fronteriza de Pakistán y en las áreas tribales para The NYT Magazine, la compañía de batalla y la guerra en Afganistán para The NYT Magazine, y un proyecto sobre las víctimas femeninas de la violencia sexual en el Congo, patrocinado por el Instituto Ellen Stone para el Estudio de la Mujer y el Género en las Artes y los Medios de Comunicación, Columbia College en Chicago.
Karzai en su laberinto



Bhutan´s experiment with Democracy







Talibanistan





Actualmente está desarrollando un trabajo en Afganistán para la National Geographic Magazine.

Nuestra fotógrafa trabaja con luz natural. Utiliza cámaras digitales (Nikon D200) y con frecuencia una Widelux (cámara panorámica). Lynsey cree que para ella, por ser mujer, es mucho más fácil llevar a cabo un trabajo fotográfico en el mundo musulmán: "Los musulmanes en su mayoría son increíblemente cálidos y hospitalarios y, a menudo las familias me invitan a su casa para estar con sus esposas e hijos y compartir una comida. Creo que esto a los fotógrafos hombres les resultaría complicado, ya que en las familias más religiosas los hombres de fuera de la familia no deben ver a las mujeres al descubierto”.
Lynsey ha recibido numerosos premios:
  • El premio Pulitzer, 2009: Premiada con el premio Pulitzer como parte del equipo del New York Times para el reporterismo internacional. Su trabajo fotográfico fue parte de la cobertura del New York Times de la guerra de Afganistán para la revista en el articulo titulado Talibanistan (7 de sept. de 2008) -Las fotografías están situadas en la parte superior-.
  • Getty Images Grant para la fotografía editorial, 2008, por su continuado trabajo en Darfur, en Sudán.



  • Distinción Honoraria del Columbia College para las mujeres en las Artes: premiada por su documentación a través de la fotografía y las entrevistas con las víctimas de los asaltos sexuales en la República Democrática del Congo.


  • Fuji Young Photographer, 2005 (Perpignan, Francia): Elegida por Fuji como el fotógrafo joven seleccionado para exhibir fotografías y hacer una presentación de diapositivas en “Visa pour L´Image” para un ensayo fotográfico sobre los soldados estadounidenses heridos en Balad.


  • World Press Masterclass (Amsterdam): Seleccionada como una de los 12 participantes en el World Press Masterclass, creado el cuerpo de trabajo para el proyecto, y exhibido con 11 estudiantes más en el Amsterdam Photography Museum, FOAM.
  • American Photo Annual (2002, 2004, 2005): Seleccionados sus ensayos fotográficos e individuales aparecidas desde Iraq, México, y Pakistán para el anual “Best of…” libro de fotos.
  • Communication Arts (2004, 2002).
  • Infinity Award, Centro Internacional de Fotografía: Fotógrafo joven del Año, 2002, Ciudad de Nueva York.
  • Pdn´s Thirty: nombrada una de los treinta fotógrafos emergentes en el mundo por Photo District News Magazine en su edición de marzo de 2002.
  • Fotografías del Año, Magazine Division, News Picture Story, tercer puesto, Una bomba golpea la Sinagoga de Estambul y el Consulado Británico, para el New York Times, 2004.

  • POY: Pictures of the Year: Premio a la Excelencia, Midnight Mass, Cuba, Diciembre de 1999.


Únicamente cabe añadir que Lynsey Addario es una de las ganadoras de las Becas de investigación 2009 MacArthur, dotada de 500.000$ durante los próximos cinco años. Ha sido seleccionada por su creatividad, originalidad y potencial al hacer frente a las necesidades y desafíos del mundo como fotoperiodista. Al recibir el premio declaró que esta beca "pone de relieve la importancia del fotoperiodismo en general, de la documentación de los conflictos de nuestra generación".

El trabajo de Lynsey Addario, en particular, y de muchos fotoperiodistas, en general, puede cambiar el mundo. Quizá suene exagerado, pero así es. Ellos pueden dar voz a conflictos, problemas o personas que, por unas razones u otras, no interesan. Quizá no consigan restablecer el equilibro económico o de poder, ni puedan acabar con el hambre en el mundo, pero en muchas ocasiones cambian el mundo de las personas a las que fotografían, bien porque su trabajo atrae ayudas económicas o políticas, o bien porque esa persona se da cuenta de que lo que a ella le suceda importa al mundo, que no está sola.

Addario comenzó a ejercer esta profesión sin estudios de ningún tipo. Fue mejorando poco a poco, sin escatimar esfuerzos, porque era consciente de que algún día conseguiría hacerlo bien. Ella piensa que el fotoperiodismo es importante porque es necesaria la documentación de los conflictos de nuestra generación, y eso es cierto. Las personas no debemos cerrar los ojos ante los problemas del resto del mundo. Aquellos que gozamos de una situación privilegiada, debemos ser conscientes que no vivimos así porque lo merezcamos, sino que es resultado del puro azar. Podíamos estar viviendo en Afganistán, haber sufrido violaciones en el Congo, haber vivido en primera persona los conflictos de Darfur... Es importante solidarizarse con aquellos que realmente están sufriendo todo esto, y muchas cosas más, pues son personas, al igual que nosotros. Gracias al fotoperiodismo, estamos más cerca de todo esto y podemos VERLO realmente.

Eso sí, siempre habrá conflictos o crisis humanitarias que cubrir; por eso, Lynsey Addario no se centra en los premios que ha recibido o recibirá, pues sabe que lo importante en su profesión es no dejar de trabajar.

martes, 3 de noviembre de 2009

El Cuento de Navidad de Auggie Wren

Le oí este cuento a Auggie Wren. Dado que Auggie no queda demasiado bien en él, por lo menos no todo lo bien que a él le habría gustado, me pidió que no utilizara su verdadero nombre. Aparte de eso, toda la historia de la cartera perdida, la anciana ciega y la comida de Navidad es exactamente como él me la contó.
Auggie y yo nos conocemos desde hace casi once años. Él trabaja detrás del mostrador de un estanco en la calle Court (...)



Dijo que aquella era la obra de su vida, y no tardaba más de cinco minutos al día en hacerla. Todas las mañanas durante los últimos once años se había detenido en la esquina de la Avenida Atlantic y la calle Clinton exactamente a las siete y había hecho una sola fotografía en color de la misma vista.



(...) Finalmente encuentro el apartamento que busco y llamo al timbre.



No pasa nada. Deduzco que no hay nadie, pero lo intento otra vez para asegurarme. Espero un poco más (...)


No debía ausentarme más de unos minutos, pero en ese tiempo la abuela Ethel se había quedado dormida en su butaca. (...) Dejé la cartera de su nieto en la mesa, cogí la cámara otra vez y salí del apartamento.
...Mientras haya una persona que se la crea, no hay ninguna historia que no pueda ser verdad.